Mi Desafío detrás del Confinamiento: “Ser la Maestra en Casa”

Mi Desafío detrás del Confinamiento: “Ser la Maestra en Casa”

“Ahora soy la maestra en casa” ¿Ésto te hace sentido? ¡Pues te cuento que a mí sí! Y es que durante estos tiempos de pandemia, también es la realidad de muchos padres, aunque es principalmente la madre quien asume esta ardua labor con los niños en casa.

Quienes contábamos con el maravilloso apoyo del maestro en el aula de clase y la ventaja de tener un profesor por área, para acompañar el aprendizaje de nuestros hijos, hoy nos enfrentamos a este gran desafío de ser la «Maestra Improvisada» de nuestros hijos en casa, aunado al requerimiento de trabajar remotamente y continuar atendiendo las demás necesidades de los niños, del hogar y las personales.

El Covid-19, nos invitó a transitar escenarios que pocos imaginamos vivir y se tornó aun más complejo, al tener no sólo la oficina, sino también la escuela en casa.  Para quienes tenemos niños, sin duda la emocionalidad ha sido vulnerada. En mi caso, por ejemplo, surgió un carrousel emocional, completamente legítimo, pero que en un inicio resultó poco funcional. Afloraron sensaciones y emociones complejas, que limitaron mi capacidad de proveer un espacio emocionalmente adecuado, que facilitara el aprendizaje de mis niños, al momento de realizar sus actividades escolares en casa.

Experimenté momentos cruciales que marcaron un “antes y un después”, al observar mi corporalidad y escuchar mis propias verbalizaciones mientras acompañaba a mis hijos en sus tareas.  Recuerdo frases como: «Yo no estudié para ser Maestra», «Yo no sirvo para este rol», «Esto es misión imposible», «¿Cómo logro conservar la calma, si no tengo idea sobre cómo ser maestra en casa?», acompañado además de la frase: «Diosito dame paciencia».

Entonces tomé consciencia de que necesitaba ayuda. Me paseé por diferentes alternativas: participé en foro chats y webinars, miré videos de YouTube y leí artículos sobre el manejo de los niños durante la pandemia, niños y educación a distancia,  conversé con profesionales, coaches, docentes y psicopedagogos, con familiares y amigas en la misma situación debatiendo sobre el tema.

Hoy comparto un logro importante. Todas esas acciones dieron fruto. Sorpresivamente cada tarde, al terminar las tareas con mi pequeña Amaia Sofía de 7 años de edad, noté que ya lo hacíamos en menos tiempo y además superando la expectativa, en calidad y cantidad. ¿Lo más significativo? conservar la calma y la armonía mientras trabajamos.

Eso me llevó a lo que en coaching llamamos «reflexión después de la acción», así que invité a mi niña a conversar, le mostré los resultados de esos últimos días, le compartí mi orgullo por ese logro e indagué con ella: ¿qué nos llevó a ese resultado? refiriendo yo también mis propias reflexiones.

Las respuestas a ese ejercicio de reflexión, las comparto a continuación como tips para tí que hoy me lees, deseando sean útiles en este transitar del ser «la Maestra Improvisada«:

Establece un horario. Hacerlo cada día a la misma hora da un sentido de rutina que resulta clave. Es recomendable dividir el espacio en dos turnos, con un máximo de 2 horas en la mañana y 2 horas por la tarde, si fuera necesario y permitir un corto receso entre jornada.

Surfea la ola emocional. Es importante gestionar tu propia ansiedad antes de entrar al espacio de acompañamiento académico. Ésto te permitirá tener una mejor disposición corporal y fluir emocionalmente con mayor liviandad. Y no olvides cuidar tu respiración.

Recurre a tu creatividad. Utiliza recursos tecnológicos, recuerda que somos las mamás de los millenials y es necesario acompasarnos. Permite incorporar diferentes recursos y que no falte el juego y el humor mientras compartes con tu niño el espacio académico, para que resulten momentos de disfrute y no de sufrimiento para ambos.

Armoniza el ambiente. Utiliza siempre el mismo lugar, procurando que sea lo más adecuado, con mesas y sillas confortables, sin distracciones, buen clima e iluminación que favorezcan la concentración. Ordenar el lugar de estudio aumenta el confort y estimula el rendimiento.

Mantén la comunicación con su maestro (a). La comunicación con los profesores es clave para conocer la programación y los objetivos, recibir las asignaciones, conocer los tiempos de entrega, estar coordinados con los lineamientos del Colegio y mantener el contacto para aclarar dudas.

Suelta la rigidez y dosifica tu estándar. Es importante mantener la disciplina y ser constante para lograr los objetivos, pero flexibilizar en algún momento, para tener una pequeña conversación trae sus beneficios. Ten en cuenta además que no tiene que salir perfecto, tu niño tiene su propio estándar, así sea diferente al tuyo, permítele salirse de la línea, usar su color favorito, escribir con letra cursiva o molde, etc.

Respeta el ritmo del niño. No forzar su disposición, ni saturarlo con la exigencia de cumplir con todas las asignaciones del día en un mismo momento.

Celebra y reconoce la culminación de cada tarea. Demuéstrale tu satisfacción de acompañarle a hacer juntos sus tareas y permítete vivirlo desde el disfrute. Felicítale al final de cada jornada, por los resultados y por el esfuerzo que hace: por su interés, por su constancia y compromiso, por el tiempo invertido, por sus desplazamientos, etc. Establece metas y ofrece pequeños premios. Animarlos les motiva a seguir dando cada día lo mejor de sí.

Date permiso de mostrarte vulnerable delante de tu hijo. Ten en cuenta que tú “eres su Madre, no su Maestra”. Si algo no entiendes y no sabes cómo explicarlo, declárate aprendíz, éso contribuye en la conexión y fortalece los vínculos de confianza con tu hijo.

Ana Cabrera S.

Coach Ontológico

Consultora y Facilitadora de Procesos de Aprendizaje

Post relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Únete a mi canal de Telegram

«Despega con Andreina» y obtén beneficios exclusivos: