ESPERAR EL MEJOR RESULTADO

En el rol de conducción de equipos de trabajo esto tuvo su costo, ya que, a veces, esto requería, como lo llamo: ‘sangre en el camino’, pues las altas expectativas se tradujeron muchas veces en exigencias que impactaban en el bienestar de mi equipo.

Como jefe aprendí, escuchando a mis colaboradores, a saber alinear las expectativas: si algo va a lograrse, es imprescindible que el equipo también quiera hacerlo, se comprometa y disfrute el camino.

Estar orientados hacia la excelencia significa trabajar con calidad y lograr aportes significativos en la gestión; eso requiere gente preparada, con capacidades, pero también que sean libres para hacer propuestas y ser creativos, libres para cometer errores y aprender de ellos, para cuestionar decisiones, tener inquietudes o manifestar desacuerdos.

No es malo tener altas expectativas, creo que el error está en no negociarlas y alinearlas con el equipo. Cuando solo se pide algo y esperas que el resultado sea solo de la manera como lo pensaste y pediste, es posible conseguirse con la frustración propia y del equipo, pues la mirada estará puesta en lo que faltó y no en lo mucho que hicieron y tal vez lograron.

Mientras me formaba como coach con Newfield Consulting, escuché en una conferencia de Alicia Pizarro que la escucha siempre era una buena respuesta en un líder.

Para hacer este artículo, le pedí un feedback a mi equipo sobre las cosas que valoraban cuando trabajamos juntos. Utilizaron palabras como, ‘me sentía empoderada y reconocida’ ‘saber que podía decirte sin miedo que no estaba de acuerdo o que algo que hiciste o dijiste me molestó’, ‘nuestras reuniones eran de mucho nivel personal y profesional, se hablaba de indicadores e ideas para superarlos, pero se hablaba de nuestras vidas también’, ‘se valía equivocarse y aprender del error, eso era muy nutritivo en el equipo, pues se hablaba de él para aprender y no para señalar’, ‘no importa si era por teléfono, con el tono ya sabías si estábamos bien o nos pasaba algo y atendías lo importante y no lo urgente’, ‘tu dedicación en nuestra formación siempre buscando que subiéramos los estándares’, ‘compartieras tu liderazgo’, ‘querer lograr más allá del simple número’.

Creo en el efecto Pigmalión: Si crees en las fortalezas de tu equipo y los alientas a demostrarla, lo harán; si crees que ellos son capaces de resultados extraordinarios, serán capaces. Ayudarlos a ver sus talentos y ponerlos a favor de las metas es el arte de liderar en buen sentido, pero si los descalificas, si le quitas la oportunidad de liderar, de crear, de equivocarse, estarás limitando su potencial.

Esperar el mejor resultado es bueno, sobre todo cuando logras que tu equipo crea que es posible y que, si esperando conquistar la luna solo llegan hasta las estrellas, será grandioso y tendrá gran valor.

 

Laura La Rosa

@soylauralarosa

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