El Talento como Diamante

Anualmente, se remueven enormes cantidades de tierra para extraer unos pocos diamantes de las profundidades. Para hacernos una idea, se requieren, aproximadamente, 2800 toneladas para sacar un diamante en bruto.

El proceso de tallado de una pequeña roca incluye el trabajo de muchas personas y empieza con una inmersión en líquido y una primera pulitura de, al menos, 8 horas para remover el carbono y otros minerales. Luego sigue la etapa de corte que es el que le otorgará su identidad final (brillante, baguette, corazón, princesa, etc.).

Estando allí, rodeada de brillo, se me ocurrió que pulir diamantes es un proceso similar al de desarrollar el talento.

La calidad y valor del diamante viene dado por lo que se conoce como las 4 cés: carat (peso en quilates), color, claridad y corte.

Asimismo, el valor del talento podríamos determinarlo, entre otras, por las siguientes cés:

  • Carácter. Base de la personalidad de la que proviene una fuerte base de principios y valores. Lo asociamos con inteligencia emocional, autodominio, resiliencia, ambición, perseverancia. Su ámbito es el de la ‘Gestión de sí mismo’.
  • Conexión. Se refiere al sentido, a las causas por las que vale la pena luchar. Tiene que ver con la ‘Gestión del sentido’.
  • Consideración. Tiene que ver con la relación con el entorno: impacto e influencia, empatía y sensibilidad social. Es el ámbito de la ‘Gestión de las relaciones interpersonales’.
  • Competencia. Liderazgo, creatividad y capacidad para producir resultados extraordinarios que agregan valor. Parte de la ‘Gestión de los Resultados’.

Muchas horas de dedicación se requieren para desarrollar el talento, sin garantía del resultado y sin derecho de propiedad.

Y así, como de entre miles de piedras de carbono, destaca el breve destello de un futuro diamante.

Solo alguien alerta y con mirada aguda puede detectar el potencial por encima del desempeño actual. Pero, a diferencia de la piedra cuyo papel es pasivo, el proceso de desarrollar personas requiere deseo, voluntad, disciplina, entrega y paciencia tanto del o los mentores como del mentee o aprendiz.

Del mismo modo que se remueve carbono del diamante, el talento debe prepararse soltando hábitos inefectivos del pasado, desaprendiendo viejos patrones, disponiéndose con apertura y confianza, y confiriendo autoridad a quien o quienes lo acompañarán como mentores durante el proceso.

Como el tallado de diamantes, el camino del desarrollo puede ser largo y tortuoso, con tramos duros, curvas, subidas, bajadas y retrocesos; también con avances, valles frescos, éxitos y satisfacciones.

Ciertamente podemos comprar diamantes en una joyería, tal como es posible contratar talento ya desarrollado, pero eso implicaría sacrificar la posibilidad de agregar valor desarrollando mejores seres humanos. El resultado del proceso es la emergencia de una mejor versión del aprendiz.

La invitación que nos dejo es doble: por una parte, descubrir nuestros propios talentos, hacerlos emerger y ponerlos al servicio del mundo; y por la otra, identificar potenciales diamantes y ayudarlos a brillar.

Arianna Martínez Fico
arianna.mf@gmail.com

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