Mi Manifiesto de la Ambición Serena

Lo que hoy me conecta con la ambición serena, es consecuencia de cambios y reflexiones sobre mi experiencia de vida, que me permiten vivir con mayor bienestar y liviandad.

Mi poder personal viene de valorar la persona que soy hoy y no en la que me tengo que convertir.
Puedo ser desfachatadamente yo y sentirme bien. Prefiero decepcionar a otros, mientras no me decepcione a mí mismo(a).
Ante la crítica, escucho el aprendizaje que hay para mí y crezco. No me defiendo porque el otro no me ataca, soy yo quien lo interpreta así. El otro me está dando de lo que tiene.
Ante el aplauso, sonrío y lo recibo de brazos abiertos.
Mi valor no está en función de los resultados que obtengo. Con seguridad, habrá buenos y malos. Los buenos los presumo sin vergüenza y los malos me desafían a seguir andando.
Suelto cargas de culpas, arrepentimientos, promesas no cumplidas, responsabilidades ajenas y expectativas insatisfechas, para despegar ligero(a) de equipaje. Esos excesos hacen el vuelo tortuoso.
Cuando camino por la vida, me siento liviano(a) como si fuera un bambú (arraigado y en movimiento). Me tomo a mi en serio, mas no tanto a las cosas que me suceden. Entiendo que tanto el éxito como el fracaso son efímeros y de corta duración.
Cuando veo que alguna persona alcanza un éxito, me comparo para inspirarme y no para castigarme. Entiendo que el rival más severo no está en la competencia, sino dentro de mí.
Mido el ser que era hace unos 5 años con el que soy hoy. Y me deleito con mi crecimiento.
Cuando tengo la visita del impostor y aparece la vivencia de la voz que me dice que no estoy listo(a), que nadie me leerá o que no soy tan crack como otros piensan, inicio un diálogo amistoso con la voz. No me coloco por arriba (lucha) y tampoco por debajo.
Soy capaz de darme cuenta cuando me estoy victimizando, pues entro en el lamento y la queja. Rápidamente me sacudo y hago los reclamos que tengo que hacer y pido con claridad.
Cuando pienso que al pedir me van a decir que NO o que voy a molestar, me arriesgo a hacer la pregunta sabiendo que es válido recibir tanto un NO como un SI. Cuando me dicen NO, me están diciendo NO a lo que solicito, no me están diciendo NO a mí.
Procuro bajar el nivel de drama al interpretar los eventos de mi vida. Busco darle un significado simple y práctico. No siempre lo consigo pues no soy excesivamente positivo.
Cuando aparece la necesidad insaciable de leer más, de estar hiper activo(a) en redes sociales, hacer más, consumir más, saber más, producir y controlar más, me doy cuenta que el miedo se ha apoderado de mí. Lo sustituyo por el amor cuando lo que hago es suficiente y viene impulsado por el entusiasmo y la inspiración.
Entiendo que lo material genera apegos y cansancio. Puedo vivir en pocos metros cuadrados porque mi alma no busca un palacio, aspira un nido.
Sustituyo el miedo por la curiosidad que me lleva a entrarle a los cambios con ganas de explorar. Me planteo cosas como “Déjame ver qué tiene esto para mí”.
Antes de contestar automáticamente NO, me detengo y flexibilizo para decir “SI, voy a considerarlo”. Si me equivoco, asumo las consecuencias.
Soy capaz de asombrarme de todo y emocionarme como un(a) niño(a) con la presencia cotidiana del atardecer.
Mis heridas infantiles las sigo trabajando para sufrir menos y ser capaz de traer esa parte artística, sana y descontaminada del(a) niño(a) que fui perdiendo en el camino a la adultez.
Hago preguntas valientes que me confrontan y ubican. Si las hago es porque estoy preparado(a) para escuchar la respuesta, por más que esta duela.
El tiempo lo vivo, experimento y permito que deje su rastro en mi piel. No lo tengo que aprovechar al máximo con tareas que sacrifiquen el espacio destinado a la pausa y el silencio.
Entiendo que las posibilidades son puertas, que dependiendo de mi forma particular de observarlas, se encuentran abiertas o cerradas.  Yo he decidido atravesarlas o abrirlas sin importar lo que haya detrás de ellas, porque el atrevimiento de hacerlo me conecta con el coraje de vivir.

Andreina Atencio

Coach de coaches por más de 20 años
Creadora del programa «Tu Gran Despegue»
Te acompaño en tu camino profesional, rumbo al éxito sin sufrimiento

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